2/9/08

La Izquierda y la movilización social



¿Cuál es el camino?

Por Teofilo BriceñoBriceño


Nosotros partimos de de la base, es parte de nuestro marco teórico, de nuestra apuesta política e ideológica, que la organización y movilización

popular, es su concepción mas amplia, son las herramientas mas eficaces que tiene el pueblo para conquistar sus demandas y para construir una sociedad de igualdad social, donde se termine la explotación del hombre por el hombre. El orden imperante hay que echarlo abajo con movilización y lucha, es el ejemplo que nos han legado generaciones de luchadores y luchadoras sociales a lo largo de nuestra historia como país.

Hoy, es evidente para todos el descontento social, es evidente porque que muchos y muchas expresan su malestar. El general director de Carabineros, Eduardo Gordón, en el diario La Segunda del 11 de julio, decía que “casi todos los días hay alguna manifestación no autorizada” y añadía que de enero a mayo del presente año, van 13.788 detenidos en movilizaciones sociales, contrastándolas con las detenciones durante todo el 2006, que llegaron a 12.586 y en el 2007, a 11.194 personas.
Como hemos afirmado en otras ocasiones, desde hace años estamos ante la presencia, no reflejada suficientemente en los medios de comunicación, de un auge en las movilizaciones, a raíz de distintas demandas sociales. El sentido común de la gente esta indicando de que si no sale a la calle, que si no se toma los espacios públicos, no serán escuchados, por una clase política autista y preocupada solo de cómo se reproduce en el poder. Estudios del CEFB (Centro de Estudios Francisco Bilbao), reflejan que son estudiantes la mayoría de los detenidos durante el año, representando el 72,6% del total, seguido por trabajadores (12,8%), deudores habitacionales (4,6%) y mapuche o activistas de esa causa (3,9%). Las detenciones son solo un indicador del nivel de movilizaciones, pues hay expresiones tan potentes, como el aislamiento con cortes de calle del campamento El Salvador de Codelco (en este año), que la autoridad política y policial no se atrevió a reprimir, como también tomas de centros laborales, que terminaron sin detenciones. Por tanto las detenciones son solo una expresión de la situación, pero una expresión relevante y esclarecedora, desde allí nos podemos acercar a una visión más global de la realidad, a partir de lo que pasa con los detenidos, quienes son, que los motiva, el porque se esta dispuesto a arriesgar cosas, a realizar acciones de fuerza, en distintos niveles, el porque se considera que ya el camino del dialogo, sin movilización, se agoto o ya no sirve. Para el debate político ideológico, que no existe en la izquierda, pues cada uno se impone solo en su manera de actuar, estos hechos deberían ser significantes, cosa que no lo es. Casi todas estas movilizaciones, salvo quizás las generadas en torno al día del joven combatiente o el 1 de mayo, son motivadas por demandas sociales sectoriales, por reivindicaciones sobre la educación, salario, deudas hipotecarias o la reivindicación de tierras e identidad de pueblos originarios, esta claro que todas estas reivindicaciones subyacen criticas al sistema en general, pero es la demanda social, popular, el motivo inicial y principal de dicha actividad. En particular los estudiantes y mapuche son los que han ligado de una manera mas evidente las demandas reivindicativas concretas con la critica a como esta organizada la sociedad y a los aspectos políticos de ella. La falta de ligazón de las demandas sociales al tipo de sociedad en que vivimos, es quizás lo que mantiene cada lucha aislada y sin la necesaria ayuda mutua, lo cual muestra la principal debilidad de la movilización. La unidad de las luchas, la necesidad de organizaciones amplias, mas complejas, pero que pongan en cuestión el orden imperante, es una tarea esencialmente política, tarea que no existe por parte de las fuerzas que en algún momento se supone podrían estar interesadas en llevar adelante esto, vale decir lo que conocimos como “la izquierda”. Esta izquierda acusa el golpe diciendo, que si están en la movilizaciones, y muestran para ello a una serie de dirigentes sociales representativos que militan. La información que a nosotros nos llega, es que estos dirigentes están en esos lugares, de manera natural y que la lucha que les toca encabezar, más bien es conflictuada con sus organizaciones políticas, que terminan presionándolos para bajar el perfil confrontacional de ellas. Las demandas levantadas por la izquierda institucional, son en primer lugar las que apuntan a la reforma del sistema de partidos políticos, con la idea de poner fin a la “exclusión”, es decir incluirse en el sistema de partidos políticos y así, según sus dichos levantar de mejor manera una infraestructura política y material, para que la gente pueda visualizar como viables, las demandas de cambio político y social al cual aspiran como fuerza política. En esta estrategia subyace la idea de que serán los partidos políticos, los impulsores del cambio y las organizaciones sociales, verán en ellos (funcionales a ellos), los representantes del cambio. Vale decir, el camino más o menos, construido en la época del pacto social de los años 50 y 60 en el país. Una republica, donde la lucha de clases, debe regirse con las normas legales, donde la ley sea el lugar sacrosanto donde se mide el avance o retroceso del campo popular. El 73 nos dimos cuenta los enormes vacíos y costos que conlleva levantar o aceptar esa falacia. La rebeldía, la ingobernabilidad, la desobediencia civil quedan postergadas solo a algunos momentos excepcionales, como forma de presión. Nada de poder popular autónomo, el lugar escogido es los intersticios del Estado, donde el representante por excelencia, el partido político sistémico y su burocracia, posee la experticia para tan tamaña tarea. Movimiento social, si y solo si es valido si esta en función de la influencia partidaria. Pero esta estrategia choca, con la realidad del nuevo siglo, donde el sistema de dominación y de producción material capitalista, ha cambiado para siempre las reglas del juego. El sistema invento, un dispositivo de dominación, que si bien, todavía guarda un lugar relevante en la dominación al sistema de partidos políticos, a la esfera “política”, diversifica la dominación, en la cultura, en el consumo, en mil esferas mas, donde impera la lógica de mercado como arma eficaz de dominación y así nos encontramos en sociedades que funcionan lo mas bien para el capitalismo, con un mínimo de participación en las elecciones y partidos políticos, como son los propios Estados Unidos. Es mas, teóricos retrógrados como Samuel Huntington, llegan a afirmar que para la gobernabilidad es necesario que menos gente participe en las elecciones, porque ya el tema de “legitimidad del sistema”, no pasa por allí.

El sistema necesita una esfera política separada del mundo social donde el votante, sea lo mas parecido a un tele-espectador, donde la farándula, la imagen, suplante al debate de ideas, la política como oferta y demanda de un producto, así el político que no aparece en la tele, simplemente no existe. Quedo en el olvido la política como debería ser, aquel lugar donde debatamos y luchemos por los asuntos que le incumben a la sociedad, partiendo por su organización, la política como expresión de sectores de sociales, un lugar de lucha de clases. El que alguien vote por tal o cual referente, incluso por el Juntos Podemos, hoy no es significativo, ni relevante para la organización social y grados de conciencia popular, no porque sea malo en si votar, y no tenga algún valor, es porque no se ha hecho la construcción política de relacionarlo, vinculado con la lucha social. Un ejemplo es que en los detenidos en las movilizaciones sociales, hay gente que vota la menos, otra, la mayoría que no vota, pues la mayoría son jóvenes y el padrón electoral actual, solo esta compuesto por el 7% de jóvenes, el más bajo de la historia. Y en los votantes de izquierda, muchos y muchas no están organizados, ni en el pacto, ni en organizaciones sociales. Es decir la votación, tiene un valor, pero un valor relativo, funcional a la negociación de los partidos y no a la movilización social, ni a la organización. La ligazón histórica se ha roto. No es de extrañar que la demanda política de “no a la exclusión”, no le interese a nadie, salvo a los políticos, dicha demanda esta destinada a ser resuelta en el lobby, en la negociación de pasillos, en llamados a endosar votos en las elecciones. No hay lucha callejera, no hay detenidos, no hay enfrentamiento, salvo los lingüísticos, no hay costos para el sistema, solo se apela a anuncios rimbombantes, como aquel de castigaremos a la derecha, aliándonos con la concertación, que suena mas a una excusa de algo que ya tenían acordado de antes. La realidad muestra que las demandas sociales, que llamaremos populares, son el motivo de organización social y son motivo de voluntad de salir a la calle, de salir a arriesgar cosas (se puede ser detenido, despedido, expulsado, etc), en otras palabras son el motivo inicial de voluntad de luchar, porque la cosa ya no da para mas. En contraste con esta situación, las demandas aparentemente más políticas, que tienen que ver con el régimen de partidos políticos imperantes, no son motivo de movilización social, de voluntad de lucha, de hecho casi no existen detenidos por estas causas. Afirmamos que se necesita otra izquierda, que esta latente y no logra construirse minimamente todavía, que escoja el camino de la expresión social, en los espacios públicos, en lucha, en rebeldía y que asuma que el signo de los tiempos para los revolucionarios es construir desde lo social a lo político y no al revés, que el camino es politizar las demandas populares, que desde las demandas de casa, de salario, de calidad de educación, de libertades publicas, y tantos otros temas lleguemos a cuestionar al sistema. Tenemos que levantar la idea de los estudiantes al poder, los allegados al poder, los subcontratistas al poder, el mapuche al poder, los que no tienen voz al poder. Es decir, de que se vayan todos los que están, que lo han hecho pésimo y que venga otra gente, otro aire, otra política. Hay que tomar distancia de la llamada clase política y no acercarse a ellos. Para esto es necesario que los luchadores sociales organizados construyan poder, primero un poder popular en los territorios, en los centros estudiantiles, laborales y con esa multitud de poderes locales, coordinados ocupemos el municipio, que exista derechamente co-gobierno. Este camino nos llevara en lucha en algún momento a “okupar” el gobierno central, vía la ratificación de una elección o no, pero no dependerá de tal o cual ley, que si están a favor de la gente bienvenida sean, pero en esencia dependerá de cuanta fuerza propia tenga la gente para imponer un orden de cosas basado en la justicia social. Esta es una tarea política para la izquierda revolucionaria, que busca una participación sustantiva y no funcional. El pueblo que lucha debe darse, dotarse de los instrumentos políticos y sociales, desde sus demandas, pues los que esta por afuera, lo que esta en la política tradicional, ya hace rato se convirtió en algo extraño, ajeno, en algo que con mucha justicia se desconfía. ¿Por qué confiar en los que mienten y hacen ofertones?. ¿Por qué confiar en los que tapan los escándalos de corrupción en la CUT? , ¿Porque confiar en aquellos que teniendo cuotas de poder en algunas alcaldías o concejalías, terminaron haciendo lo que los otros, es decir administrando?.
La época del político profesional esta agotada para el pueblo, es la época de los dirigentes sociales en lucha. Es la época de una izquierda popular, si es que acaso el nombre izquierda, es representativo de lo nuevo. Desde los que luchan debe venir los revolucionarios, aquellos que todavía somos de la matriz, que ya no sirve para los objetivos revolucionarios, humildemente nos deberemos ganar un espacio, reinventarnos, y junto a otros en esta construcción, aspirar a la construcción de un poder popular revolucionario